La lucha de clases y la ley de seguridad
interior.
6/11/17
Víctor Messy
Militante, Partido Comunista de México –
Guanajuato.
Durante nuestro 5to congreso nacional, el
Partido Comunista de México aprobó la tesis sobre el periodo de insumisión.
Dicha tesis, partiendo de un análisis extenso de datos estadísticos, señala la
tendencia de la protesta y la manifestación social a intensificarse tanto en
calidad (organización, objetivos, etc..) como en cantidad y que dicha tendencia
guarda una estricta relación con el desarrollo de la crisis capitalista.
Para entonces se pronosticaba que esta
tendencia seguiría a medida de que el gobierno federal incurriera, como le es
propio, en más casos de despotismo, violencia y corrupción y, por supuesto, con
el agravamiento inevitable de la crisis del capitalismo.
Casi de inmediato, la tragedia del caso
Ayotzinapa, las múltiples manifestaciones contra las reformas del gobierno de
Peña Nieto, los surgimientos de grupos armados de autodefensa, entre otras
cosas, llegaron a confirmar la tesis aprobada en 2013.
Desde entonces hasta ahora se pueden
enumerar diversos ejemplos que confirman nuevamente esta postura adoptada por
nuestro partido. Tal es el caso Duarte por todos conocido, lleno de impunidad y
despotismo, o el del terrible terremoto de éste año, que rápido cobró tintes
políticos al exponer el nivel de rapiña, ineptitud y cinismo del que son
capaces las autoridades de la república.
En cada oportunidad que han tenido los
representantes del poder político oficial y sus socios de negocios de los
diversos partidos políticos han demostrado que solo velan por sus intereses a
costa de la explotación y miseria del pueblo mexicano.
Así, en la ante sala del año electoral
(2018), la tendencia a la insumisión ha alcanzado un momento crítico que se
refleja en el fortalecimiento evidente de nuestro partido y su presencia en el
movimiento obrero, y en general, de la lucha de las clases explotadas y sus
organizaciones. De este modo, el año que viene, por distintas causas de orden
nacional e internacional, se presenta como una oportunidad histórica tanto para
un bando como para el otro.
Por un lado, la clase de los explotados ha
acumulado experiencia en la lucha política, legal y clandestina, que la
posiciona con cierta ventaja en la lucha por venir y que le plantea la
necesidad de mejoramiento y adaptación de su táctica y estrategia de
confrontación política Por otro lado, la clase privilegiada pareciera estar
también al tanto de la tendencia a la insumisión. No sería extraño entonces que
prepare sus mecanismos de defensa para asegurar su dominio. Por esta razón, a diferencia de los medios de
comunicación, distintas ONG´s y algunos pseudo intelectuales de izquierda, a
los comunistas no nos ha tomado por sorpresa la aprobación de la ley de
seguridad interior el día 30 de noviembre del año en curso, que viene a ser
algo así como la
confirmación final por parte del poder
burgués de la tesis aprobada por nuestro partido.
Hasta ahora, a pesar de las medidas
oficiales o incluso directamente ilegales y paramilitares del gobierno para
aplastar a la oposición, ésta podía encontrar un espacio de legalidad que le
permitía, hasta cierto grado, asegurar la integridad de sus activistas y sus estructuras,
al apelar a procesos de la burocracia judicial; a los derechos plasmados en la
constitución y los diferentes códigos de las entidades federativas. La
aprobación de la ley de seguridad interior le entrega facultades al ejercito
mexicano no solo de colaborar, sino de suplantar al mando policiaco en
actividades de inteligencia y aplicación de la ley lo cual incluye por supuesto
la intervención del ejercito en manifestaciones que el ejecutivo considere
“violentas”. Estamos hablando de la militarización oficial del país.
Al erradicar el espacio de legalidad de
la manifestación del descontento social, las clases dominantes han colocado en
el escenario político al ejercito, con todo su poder de fuego y su posición por
encima de la ley frente a las clases explotadas.
Las clases en el poder reconocen en la
organización de los explotados un peligro para su hegemonía y han optado por
declarar la guerra a este peligro inminente. El objetivo no es solo reprimir la
protesta social, sino, aplastar cualquier intento inmediato o futuro de
insurrección contra el orden establecido.
Con el circo electoral desplegándose y
con el agravamiento inevitable de la crisis capitalista mundial
esto que acontece hoy es probablemente el comienzo de una fase crítica y
crucial de la confrontación entre las clases sociales en nuestro país. Veremos
a las clases dominantes afilar y movilizar sus mecanismos de defensa de su
hegemonía sin piedad y con total impunidad como ha ocurrido tantas veces en la
historia de la nación.
La clase de los trabajadores explotados
de México no puede ni dejarse intimidar ni quedarse atrás, frente a la amenaza
latente de un recrudecimiento de la lucha de clases debe también refinar y
consolidar sus armas de confrontación política.
El Partido Comunista de México, como el
dispositivo de confrontación más sofisticado y revolucionario del que disponen
los oprimidos, deberá consolidar su posición como vanguardia efectiva del
movimiento obrero de nuestro país.
Si queremos que las cosas cambien nuestra
clase debe reconocer a sus enemigos justo como ellos han reconocido en la
organizaci ón política
de nuestra clase la inevitable bancarrota de su régimen.
El recrudecimiento de la lucha de clases
implica el retroceso de la ideología burguesa en la batalla por la conciencia
de la clase trabajadora y de aprovechar efectivamente el escenario político
venidero, nuestro partido habrá dado un inmenso paso hacia delante en su
objetivo político esencial: La construcción del poder obrero y popular y el
despliegue de la economía socialista.
“Trabajadores de México, únanse!
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